En carta del 9 de Mayo, desde Higuera la Real, avisa el señor Guijarro que está practicando las más activas diligencias para descubrir la inscripción romana (Hübner, 979), que hacia el año de 1646 se veía en el camino de aquella villa á Encinasola, á la distancia de legua y media de Cumbres bajas, «en un sepulcro antiguo á tiro de escopeta del camino». El sitio así indicado es la que llaman documentos del siglo XVI sierra de la sepultura, enclavada en la finca de D. Fernando Claros, que posee los documentos. La sierra es de las más elevadas de aquel perímetro, y ocupa el centro de distancia de los tres pueblos mencionados: Higuera la Real, Cumbres bajas y Encinasola. Es un espeso y contimo soto (saltus) de encinas, jaras y otros arbustos, donde fácilmente la imaginación se representa á la luz de la pálida luna los misterios druidicos ó sacrificios célticos (sacra), que pudo presenciar, y de los que da testimonio Plinio. En la cima de la sierra existe un monumento megalítico, que mide 4 m. de longitud de Este á Oeste, y 2 m. de anchura. Fáltanle algunas piedras; pero todavía se conservan seis en su lado izquierdo y ocho en el derecho. Son lajas verticales con poca ó ninguna labra, de 2 m. de altura, y enterradas en sus tres cuartas partes. Una sola piedra —480→ cubre el lado que mira al Occidente; las demás que con ella formaban mesa, ó dolmen, están caídas y en parte ocultas por el suelo.
Ha emprendido con tiento é inteligencia las excavaciones en este sepulcro antiguo, á petición del Sr. Guijarro, D. José María Claros Sánchez Barriga, bien provisto de jornaleros y útiles necesarios. Es de esperar que la betúrica Nertóbriga no tardará en revelarnos los secretos de su historia primitiva.
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